martes, 13 de abril de 2010

Ejercicio observación en profundidad

La Capilla Sixtina. Principalmente La Creación de Miguel Ángel.

http://cl.kalipedia.com/kalipediamedia/cienciasnaturales/media/200704/17/delavida/20070417klpcnavid_488.Ies.SCO.jpg

Una visita al Vaticano, con boletos reservados y en la entrada a las 7:30am. Entramos mi hermano y yo, todas las salas estaban vacías, así que entramos directo a la Capilla Sixtina que se encontraba completa y absolutamente vacía. Me senté y voltee para admirar por segunda vez en mi vida esta impresionante obra de arte. Los siguientes 45 minutos transcurrieron más o menos así:

Primero, la pintura comenzó a desarrollar volúmen, la vista pareciera haberse nublado para recobrarse ya estando mirando una escultura, tanto como si la pintura hubiera cobrado vida. Comencé a fijarme en los detalles, lo primero que llamó mi atención fue la rodilla de Dios, esa rodilla que pareciera existir y ser de carne y hueso y estar flexionada, porque intento descubrir el truco y ver algún detalle que me haga recordar que tan sólo se trata de una pintura, pero eso no sucedé. Entonces me llama la atención la luz porque no entiendo de donde viene y entonces ladeo la cabeza para verla vertical y ya comienza a hacer sentido, viene de un sol de medio día que convenientemente no hace ojos de mapache, o al menos eso me parece. Después me percato del viento gracias a la posición de Dios y de su manta, pero pareciera no ser afectado por éste, entonces eso me hace pensar que quizás no es viento sino mero movimiento de Dios, es Dios acercándose a Adán a toda velocidad, quien está tan pasivo, tan despreocupado, a penas esforzándose por recibir a Dios, en una actitud un tanto altanera, creo yo. Y hasta este momento Adán seguía bastante plano y decido fijar la mirada en él, en su tamaño, ¿por qué Adán parece ser más grande que Dios? Y Dios con esa cara de urgencia, como si fuera él el que necesitara del hombre para existir y no al revés. Y los ángeles detrás de Dios tienen algo de misterioso, poco claro, uno pareciera no verlos hasta largo rato después de estar mirando la pintura. Y la concha detrás de Dios o capa que pareciera estar mal pintada ya que uno la mira con atención, pero es por la velocidad con la que anda. Y de repente el cuerpo de Adán se materializa al fin y la escena está completa. Entonces uno mira esos colores pasteles tan ideales y se piensa en su equilibrio, en la tranquilidad que genera que no sean de otro color sino de ese mismo. Entonces me alejo para ver la pintura a un ángulo de 45º y la pintura vuelve a ser sólo pintura. Y antes uno había notado que Adán casi se recargaba en un brazo ajeno, de la pintura de abajo, pero ahora ya no hay ilusión. Uno continúa mirando y de repente surge una angustia de que las figuras vayan a caerse pues han vuelto a materializarse y a ser real, y es por la posición y por la idea de la gravedad que uno empieza a confundirse y de repente la angustia es más por el vértigo de sentir que es uno el que está en la posición equivocada que por la preocupación real de la escena y así uno se despide de la pintura ya no logrando difrenciar quién mira a quien y quién es representación de quien.



La Venus de Milo de Botticelli

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7d/Botticelli_Venus.jpg

En los Uffizi, mirando a la Venus de Botticelli durante 45 minutos:

Estando de pie, lo primero que pasa por mi cabeza es la sensación de estar viendo un collage con recortes sobrepuestos, una sensación de estaticidad, como si las figuras hubieran sido encontradas ya en ese tamaño y en esa posición y hubiera sido simplemente adaptados al lienzo. Miro a la Venus fijamente y la línea que va de su cuello a su muñeca, del lado izquiero de su cuello, me llama la atención. Esa línea yo la hubiera borrado de cualquier boceto, pues si se le mira fijamente pareciera estar mal hecha y hasta cierto punto lo está, pero es una deformidad que seduce y que subraya el estado de ánimo de la Venus. Continúo analizando los elementos formales, pues en esta ocasión no planeaba quedarme tanto tiempo mirando al cuadro, sino simplemente terminar con un registro completo del mismo en mi cerebro. Así, miro la luz y pareciera estar puesta como para realizar un photoshoot o una película. Los colores pasteles tan sutiles, las flores sobrepuestas, la línea del horizonte tan exacta, la distribución de las figuras en el lienzo, todo está realizado según las reglas más básicas de la estética. Mientras continúo analizándola formalmente, una tristeza abrumadora, una nostalgia, una sensación de estar completamente entregada y no haber guardado nada para mí. Emociones como las de la cara de la Venus. De repente ya no era ella la que se sentía así, sino yo. Y de repente ella estaba sola en una concha tan alejada, y una amiga al lado queriéndola y velando por ella, pero eso no importa porque estan muy lejos la una de la otra. Y en ese momento sentí un nudo en la garganta de saberla así de sola, por su expresión, por mi expresión... Y la emoción era cada vez más intensa y de repente entendí que la experiencia se había logrado sin que yo la hubiera buscado, que yo era otra, que había cambiado, me había cambiado y me había hecho interiorizar en mi ser, había caído en la trampa de creer mirar sin darme cuenta que en realidad yo estaba siendo mirada.

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