viernes, 28 de mayo de 2010

Bill Morrison

Decasia.  Jugar con los hongos del material.  Incorporar las fallas.  Usar el paso del tiempo a favor de uno.  La idea suena tan desquiciada como habrá sonado la primera vez que alguien propuso comer queso con hongos o hacer vino o cualquier otro alimento que se aproveche de la descomposición del material original.  Sin embrago, los resultados siempre son increíbles.  El trabajo de Bill Morrison me parece Brillante.  La idea de llevarlo a cabo, pero no sólo eso, sino la manera en la que termina incorporando las descomposiciones, como los vuelve parte de la narrativa y genera ritmos a partir y a través de ellos.  El montaje es sensacional.  Las texturas.  La organicidad del material.  Está vivo y cambia.  Está vivo gracias a aquello mismo que lo está destruyendo... a los hongos, al tiempo.  Es tan paradójico como entender que a nosotros, los seres humanos, termina por destruirnos aquello sin lo que nos sería imposible vivir, pues el oxígeno es vital al mismo tiempo que mortal, nos oxida hasta que ya no podemos respirar.





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